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miércoles, 5 de agosto de 2015

Invocar, Evocar y Conjurar

Invocar:

Una invocación (del verbo latino invocare, "invocar", "llamar", "demandar") es una técnica de magia o religión que puede tomar las formas, siguientes, no mutuamente excluyentes:


Súplica, oración o hechizo

Como súplica u oración implica pedir ayuda a Dios, una divinidad, un santo, ser espiritual, etc. Cuando una persona llama a una entidad sobrenatural para ser escuchado y pedirle algo (protección, un favor, su presencia espiritual en una ceremonia, etc.) o simplemente por necesidades de culto, puede hacerse en forma preestablecida o con las propias palabras o acciones del invocador. En la invocación, las entidades espirituales actúan sin manifestarse, o se manifiestan por medio de sus obras y de su intervención en nuestras vidas.

En general, todas las religiones utilizan oraciones, liturgias o himnos de invocación, como por ejemplo, los mantras en el hinduismo y el budismo, el Libro de los Muertos de los egipcios, los Himnos órficos y otros muchos textos, que aún se conservan, escritos en caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla, dirigidas a Shamash, Ishtar y otras deidades.

Una forma de posesión espiritual

La palabra posesión se utiliza aquí en su forma neutra en el sentido de "un estado (potencialmente psicológico) en el que la personalidad normal de un individuo es sustituido por otro". Esto también se conoce a veces como "aspecto". Puede hacerse como medio de comunicación de acercamiento a una deidad o espíritu y, como tal, no tiene por qué ser visto como sinónimo de posesión demoníaca.

En algunas tradiciones religiosas como el paganismo, el chamanismo y la Wicca, una invocación significa sacar un espíritu o fuerza espiritual del propio cuerpo

Mandato o CONJURO

Algunas personas han realizado invocaciones con el propósito de controlar o conseguir favores de determinados espíritus o deidades. Estas invocaciones suelen implicar un mandato o amenaza contra la entidad invocada.

Existe un ejemplo de una invocación, que se encuentra grabada en escritura cuneiforme en una estatua del demonio asirio Pazuzu. A pesar de que parece constituir una identificación con el demonio, en realidad fue considerado un amuleto protector con el poder de ordenarle no hacer daño a las personas o a sus bienes.


"Yo soy Pazuzu, hijo del rey de los espíritus malignos, el que desciende impetuosamente de las montañas y trae las tormentas. Ese es el que soy."

Autoidentificación con ciertos espíritus

Una invocación puede también referirse a asumir las cualidades del ser invocada, como el encanto de Afrodita o la ferocidad de Kali. En este caso, el ser es llamado literalmente desde dentro de uno mismo (como arquetipo) o en uno mismo (como una fuerza externa), según el sistema de creencias personales del invocador. La principal diferencia entre este tipo de invocación y la de posesión descrita anteriormente es que la primera puede parecer más controlada, con la autoidentificación y la identificación con la deidad mezcladas. En la práctica, las invocaciones pueden mezclar muchas, o la totalidad, de estas categorías. Véase, por ejemplo, este Himno a Astarté de las Canciones de Bilitis, el primero atribuido a un contemporáneo de Safo (pero en realidad escrito por Pierre Louys en la década de 1890):


"Madre inagotable e incorruptible, de criaturas, nacida la primera, engendrada por ti misma y por ti misma concebida, resultado único de ti misma y buscando la alegría dentro de ti, ¡Astarte! ¡Oh! ¡Perpetuamente fertilizada , virgen y nodriza de todo lo que es, casta y lasciva, pura y deleitosa, inefable, nocturno, dulce, descanso del fuego, espuma del mar! Tú, que acuerdas las gracias en secreto, tú la que más unes, tú la que más amas, tú la más grande con el furioso deseo de las estirpes multiplicadas de bestias salvajes y la más emparejada en los sexos. ¡Oh, irresistible Astarté! oyeme , tómame, poseeme, ¡Oh, Luna! ¡y trece veces al año sacan de mi vientre la dulce libación de mi sangre!"



Evocación:

Evocación (del latín evocare, "convocar o llamar") es el acto de llamamiento de comparecencia hacia una entidad como un espíritu, un demonio, un dios o cualquier otra de carácter sobrenatural. La evocación pretende "hacer aparecer visualmente" a la entidad evocada o conjurada.

El mago exige directamente a la entidad el cumplimiento de sus deseos (dentro de la 'legitimidad' del ritual), ya sea mediante amenazas o ruegos. El primer objetivo de un mago cuando realiza la evocación es tratar de conseguir que la entidad le revele sus atributos (poderes) así como sus trazos (signos), ya que así en lo sucesivo, puede conseguir los mismos propósitos recurriendo exclusivamente a la invocación.

La palabra latina evocatio, en la religión de la Antigua Roma, designaba a un ritual especial por el que se "convocaba" a la divinidad tutelar de una ciudad enemiga para que desviase sus favores al bando romano, habitualmente con la promesa de ofrecerla un culto mejor dotado o un templo más lujoso. De esta manera, la evocatio era un tipo de ritual que podría servir para atenuar el saqueo de imágenes y objetos sagrados, que de otra manera serían objeto de sacrilegio.

La llamada a los espíritus fue una práctica relativamente común en el neoplatonismo, teurgia y otros sistemas esotéricos de la antigüedad. En el esoterismo occidental contemporáneo, la magia de los libros grimorios es visto frecuentemente como ejemplo clásico de esta idea.

La evocación, como arte mágico de convocar a espíritus, ángeles o demonios para atraer la inspiración espiritual, cumplir las órdenes del mago o proporcionar información está presente en muchas culturas que creen en los espíritus, como es el caso de las tradiciones chamánicas. También existen prácticas comparables en muchas religiones y tradiciones mágicas, pudiendo emplearse el uso de pharmakeia, con y sin pronunciamiento de fórmulas de palabras. Tanto el taoísmo, como el sintoísmo, espiritismo o las religiones afro-americanas (Santería, Umbanda, etc.), tienen sistemas especiales de evocación.

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