Una invocación (del verbo latino invocare, "invocar", "llamar", "demandar") es una técnica de magia o religión que puede tomar las formas, siguientes, no mutuamente excluyentes:
Súplica, oración o hechizo
Como súplica u oración implica pedir ayuda a Dios, una divinidad, un santo, ser espiritual, etc. Cuando una persona llama a una entidad sobrenatural para ser escuchado y pedirle algo (protección, un favor, su presencia espiritual en una ceremonia, etc.) o simplemente por necesidades de culto, puede hacerse en forma preestablecida o con las propias palabras o acciones del invocador. En la invocación, las entidades espirituales actúan sin manifestarse, o se manifiestan por medio de sus obras y de su intervención en nuestras vidas.
En general, todas las religiones utilizan oraciones, liturgias o himnos de invocación, como por ejemplo, los mantras en el hinduismo y el budismo, el Libro de los Muertos de los egipcios, los Himnos órficos y otros muchos textos, que aún se conservan, escritos en caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla, dirigidas a Shamash, Ishtar y otras deidades.
Una forma de posesión espiritual
En algunas tradiciones religiosas como el paganismo, el chamanismo y la Wicca, una invocación significa sacar un espíritu o fuerza espiritual del propio cuerpo
Mandato o CONJURO
Existe un ejemplo de una invocación, que se encuentra grabada en escritura cuneiforme en una estatua del demonio asirio Pazuzu. A pesar de que parece constituir una identificación con el demonio, en realidad fue considerado un amuleto protector con el poder de ordenarle no hacer daño a las personas o a sus bienes.
"Yo soy Pazuzu, hijo del rey de los espíritus malignos, el que desciende impetuosamente de las montañas y trae las tormentas. Ese es el que soy."
Autoidentificación con ciertos espíritus
"Madre inagotable e incorruptible, de criaturas, nacida la primera, engendrada por ti misma y por ti misma concebida, resultado único de ti misma y buscando la alegría dentro de ti, ¡Astarte! ¡Oh! ¡Perpetuamente fertilizada , virgen y nodriza de todo lo que es, casta y lasciva, pura y deleitosa, inefable, nocturno, dulce, descanso del fuego, espuma del mar! Tú, que acuerdas las gracias en secreto, tú la que más unes, tú la que más amas, tú la más grande con el furioso deseo de las estirpes multiplicadas de bestias salvajes y la más emparejada en los sexos. ¡Oh, irresistible Astarté! oyeme , tómame, poseeme, ¡Oh, Luna! ¡y trece veces al año sacan de mi vientre la dulce libación de mi sangre!"
El mago exige directamente a la entidad el cumplimiento de sus deseos (dentro de la 'legitimidad' del ritual), ya sea mediante amenazas o ruegos. El primer objetivo de un mago cuando realiza la evocación es tratar de conseguir que la entidad le revele sus atributos (poderes) así como sus trazos (signos), ya que así en lo sucesivo, puede conseguir los mismos propósitos recurriendo exclusivamente a la invocación.
La llamada a los espíritus fue una práctica relativamente común en el neoplatonismo, teurgia y otros sistemas esotéricos de la antigüedad. En el esoterismo occidental contemporáneo, la magia de los libros grimorios es visto frecuentemente como ejemplo clásico de esta idea.